Por contraste

Dalia de la rosa

Comisaria independiente

Contraste.

10. m. Sustancia que introducida en el organismo hace observables, por rayos X u otro medio exploratorio, órganos que sin ella no lo serían.

Real Academia de Española de la lengua

Primera parte: Argumento.

Pensar una exposición es como ensayar o elaborar un ensamblaje de texto: formato, corrección, edición. La funcionalidad de estos tres elementos es definitoria a la hora de realizar la elección de una serie de obras-texto que por contigüidad emanan una idea concreta, sin duda resultado de la suma de sus antecedentes autorales, creativos y formales. La labor de edición, que es externa a todo ello, genera una historia desde el cuidado y el mantenimiento de la integridad interna de esta selección, así como también pone al alcance de alguien, es decir divulga, esta nueva narración.

Pensar, en estos términos de emergencia de un nuevo imaginario no textual sino visual que es capaz de formar la suma de una serie de imágenes, expone todos los conflictos de un proceso de selección tan dispar. El objeto o argumento de Por contraste es tratar la imagen como algo que se puede analizar desde el interior, en su propia arquitectura, hacer observable aquello que no lo es, o que no se nos presenta como nítido. De esta forma, el contenido de esta muestra ocupa un espacio de la retina y cada una de las obras se sobreexpone y oculta. Este ejercicio de transparencia, en el sentido de proyección, funciona no solo para establecer la relación entre los elementos, sino, así mismo, para propiciar el diálogo entre obras de distintas disciplinas y procedencias. Estas relaciones que Julia Kristeva en el terreno de los estudios literarios denominaba intertextualidad, analiza la relación entre un texto y otro, aquí entre una imagen y otra. Esta intertextualidad llevada al campo del arte contemporáneo y de la historia del arte, se configura como una red que comunica distintos temas e investigaciones con el objeto de estimular y desarrollar activamente una interpretación del acontecer actual de la obra.

Pensar las imágenes en el hoy, o las imágenes del hoy, es un ejercicio de asociación. Entendamos esto, ahora, como la acción de una sustancia –metafórica y especulativa- que introducida en un organismo -en este caso, en otra imagen-, hace observable partes de la misma que sin una ayuda externa no sería percibida. Es decir, el acto de pensar hace observable, visible, traído a una cierta presencia aquello que nos da la clave en esta constelación de relaciones. Este ejercicio de reflexión trata acerca de las relaciones que son capaces de desarrollar obras que aparentemente pueden ser inconexas, pero que con la labor inoculadora del pensar desde la edición, se formalizan otros relatos.

Pensar por contraste es tender otros puentes, otras historias con voces que solo pueden oírse en la intersección entre una imagen que se va y otra que viene.

Pensar por contraste es establecer una tensión relacional y al mismo tiempo afirmar la singularidad de todas las partes. Las piezas aquí reunidas han sido seleccionadas por una razón de contraste, intentando fabricar un equilibrio que resuelva las relaciones contradictorias y dialécticas que en un primer momento emanaban las imágenes unas frente y contra otras. Debido a esta razón de contigüidad, cada una de ellas acaba teniendo una “posición” por oposición.

Segunda parte: Despliegue.

El intertexto de esta exposición está conformado por una serie de binomios de piezas que se relacionan por contigüidad o por oposición. No forman una narrativa hilada y tampoco suponen el resultado de una investigación que históricamente relacionen unas con otras. Pero, en sus propias arquitecturas se detectan cuestiones que hacen necesario la vinculación entre ellas.

Es el caso de Cuevas (1966) de Viky Penfold y la instalación de Noelia Villena Vagar (2011), ambas inciden en la creación de Lugar por contraste. Mientras que Penfold lo hace a través de surcos sólidos que generan el paisaje o ambiente de una cueva, un exterior que habla de interior, en el caso de Villena esos surcos son la propia cinta marrón que construye desde el interior al exterior. Al pasar de una imagen a otra existe un movimiento de doble dirección que las vincula.

La misteriosa relación que se establece entre ese interior exteriorizado tiene en Elena Galarza con las dos piezas denominadas Caja de sorpresas (1993), así como en la tercera conocida como El ingenuo (1993), y en las pequeñas esculturas Sin título (2016) de Hans Lemmen una relación casi antropológica. Los dibujos de Galarza, formalmente alejados de la producción de Lemmen, contienen una cierta predisposición al uso del dibujo como una suerte de inventario contemplativo con una narración que remite a tiempos muy pasados, longevos. Los objetos de Lemmen parecen salirse de esos espacios de Galarza de la misma forma que lo hacen de sus propios dibujos.

En este sentido, el dibujo toma una importancia capital en las siguientes artistas. Es decir, el dibujo como acto manual y materia reunida. Ambas ejecutan su obras desde una perspectiva que pone en el centro las capacidades de lo visual para encontrar en sus piezas la imagen. Tal es el caso de Columna (2017) de Laura Mesa que a partir del grafito y la superposición de delicadísimas capas de material prensado construye unas columnas que dibujan literalmente el espacio y cortan la posibilidad de hablar del acto de dibujar de una forma maniquea. Dentro de la serie Demasiada empatía (2018), Amparo Sard elimina todo el material sedimentario del proceso de plasmación de la imagen, directamente la aborda horadando el papel. Lo que vemos es el proceso del ver en sí, de la visión como problema de representación que también está presente en Laura Mesa.

El proceso para poder ver en el cuerpo rincones que no son visibles de una forma convencional se llama contraste. Se trata de introducir una sustancia que junto a una técnica de visión (rayos x, radiografía, etc) permita ver y diagnosticar. Esa sustancia en Demiurgo (2003) de Laura Gherardi y en El mundo entero es medina (2013) de Pamen Pereira, permite ver la vía de inoculación, el canal. Por contraste se ofrece de nuevo un interior. Pero, esta vez, del sujeto.

Un sujeto que se desmaterializa en El resto (2015) de Ubay Murillo y que se esconde de la fragmentación en Nº 3 (1973) de Cándido Camacho. Aunque ambos artistas están muy alejados entre sí, comparten indudablemente la necesidad de espejar las imágenes, de deconstruir de una forma muy peculiar las escenas y sus arquitecturas. Hablan desde distintos lugares pero de lo mismo, de personajes que se autoconstruyen una imagen de lo que quieren que se lea externamente. Todos son falsos sujetos que los artistas son capaces de representar desde atrás, desde el lugar al que no se puede acceder a través de un golpe de vista.

De esta forma, se cuestiona ese golpe de vista, el ausblick o punto de vista alemán que el Romanticismo garantizaba como correcta posición del sujeto contemplativo. En Somebody is watching me (2018) de Martín y Sicilia se hace más evidente todavía con la desacralización de esa posición visual. La escena, casi de secuencia sci-fi cinematográfica, deja ver un sujeto asediado por aves en la que la simbología se ha apropiado de la realidad y se ha encarnado. En cambio esa representación en Exvotos (2018) de Marco Alom es todavía una cuestión de “los antiguos”, es decir, del imaginario de las ofrendas en las que a través de representaciones se imploraba una serie de favores. Estas dos imágenes se comunican por su contraste y por la experiencia de desvanecimiento y encarnación de la simbología.

La memoria del viento VI (2019) de Luis Palmero y Detrás del fuego (2019) de Joaquín Artime cierran este círculo volviendo al lugar del surco. El lugar que arde y por el que Artime se pregunta qué queda tras un incendio, dónde queda toda la simbología. La palabra fuego viene de focus, es decir hogar, el espacio de la vivienda donde arde la llama que da calor, alumbra y concentra la vida. Esta concentración se entrevé en los cuerpos rectangulares de Palmero que desde la abstracción concibe un espacio que bien podríamos habitar.

 

Tercera Parte: Por contraste.

Todas estas piezas han formado parte de una nueva, y extinguible de inmediato, narración. Una subjetivación que buscaba hallar el lugar, al sujeto antepasado, al cuerpo actual, los miedos, la fe en el símbolo y el fuego. Por contraste se ha transparentado cada uno de sus mecanismos esperando que vuelvan a revolverse y a juntarse nuevamente en otro intertexto.

 

Dalia de la Rosa

Noviembre 2020

Obras