a. Piel
Existe una arraigada premisa cultural, que se origina en Platón y se intensifica durante la Ilustración, sobre la superioridad de la vista frente al resto de los sentidos. En la jerarquía de los sentidos según Aristóteles, la vista ocupa el lugar más alto, mientras que el tacto es relegado al nivel más bajo (1). Sin embargo, el tacto es el sistema sensorial más importante, alojado en la piel, que es el mayor órgano del cuerpo. Es la barrera de protección más eficaz y nuestro lugar de apertura al mundo. Sentimos a través de la piel, que nos conecta al exterior y entre nosotros.
b. Cuerpo-historia
«La biología es política», afirma Donna Haraway. El cuerpo es herramienta de poder y objeto vulnerable. Su límite natural, a la vez que vulnerable, le ha hecho poderoso en su resistencia frente al capitalismo que lo intenta hacer eficiente, tomando el control sobre su fuerza tanto individual como colectiva. El cuerpo, en contacto con la naturaleza, es una fuente de conocimiento inagotable:
«Hay algo que hemos perdido al insistir en hablar del cuerpo como una construcción social y performativa. La visión del cuerpo como una producción social (discursiva) ha ocultado el hecho de que nuestro cuerpo es un receptáculo de poderes, facultades y resistencias, que se han desarrollado durante un largo proceso de coevolución con nuestro entorno natural, y también de prácticas intergeneracionales que han hecho de él un límite natural a la explotación» (2).
En este sentido, Federici habla del cuerpo como límite natural. Expuesto a una evolución frente a su entorno, sin embargo, sigue siendo dependiente de este: «necesidad del sol (…), de tocar, oler, dormir y hacer el amor». Pero a pesar de su largo proceso evolutivo, también tiene una historia: la forma en que se ha ido configurando y perfeccionando se ha decidido en contextos institucionales.
c. 20220123
Suena 20220123 de Ryuichi Sakamoto (3). Se oye respirar, apenas perceptible. Tienes alguien cerca a quien no ves. El cuerpo se infla y desinfla acompasado. Cóncavo, convexo.
d. Territorio en disputa
Se toma una captura del gesto. Esa captura no es el gesto final, sino un instante. Va más allá de la piel, es el registro de un movimiento y una fuerza que continúan su acción. Porque el gesto que nace en el cuerpo no concluye en la imagen. Sus formas se escapan, son imposibles de asir. No es monolítico ni estático. Como tampoco lo es el cuerpo parcial aquí representado: mujer. Término cuyas representaciones y composición, como el cuerpo, no son algo fijo ni inmutable. Sus significados están en continuo cambio, son diversos y pueden ser contradictorios. No se trata únicamente de su performatividad o de la «encarnación de normas institucionales, sino también un territorio en disputa, objeto de una lucha y una redefinición constantes» (4). El modo de existencia de la materia es el movimiento (5).