CÉSAR MANRIQUE
LANZAROTE, 1919 – LANZAROTE, 1992
César Manrique (1919-1992) nació en Arrecife, Lanzarote, isla en la que su trayectoria artística ha dejado huellas imborrables.
Tras finalizar sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid (donde vivió entre 1945 y 1964), expone con frecuencia su pintura tanto dentro como fuera de España. En la primera mitad de los cincuenta, se adentra en el arte no figurativo e investiga las cualidades de la materia hasta convertirla en la protagonista esencial de sus composiciones, vinculándose así al movimiento informalista español de esos años.
Formalizado con una expresión matérica y abstracta, el imaginario plástico de su producción pictórica procede de las impresiones del paisaje volcánico de Lanzarote, que el artista trasmuta en una suerte de naturalismo no realista que no nace de la copia del natural sino de su comprensión emocional: «Yo trato de ser la mano libre que forma a la geología”, escribió.
En 1964, se traslada a vivir a Nueva York, donde expuso individualmente en tres ocasiones en la galería Catherine Viviano. El conocimiento directo del expresionismo abstracto americano, del arte pop, la nueva escultura y el arte cinético, le proporcionó una cultura visual fundamental para su trayectoria creativa posterior.
A mediados de los años sesenta, coincidiendo con su traslado de residencia a Lanzarote, César Manrique impulsa en la Isla una serie de proyectos artísticos de carácter espacial y paisajístico, novedosos para la época, donde plasma su pensamiento plástico y ético. Se trata de un conjunto de acciones e intervenciones dirigidas a poner en valor el paisaje y los atractivos naturales de la Isla, que configurarán su nueva faz y su proyección internacional, y que forma parte de la transformación paisajística y la adaptación de Lanzarote a la economía del turismo.
Así, elaboró un nuevo ideario estético, que denominó arte-naturaleza/ naturaleza-arte, en el que integra distintas manifestaciones artísticas, que pudo concretar en sus obras paisajísticas, un ejemplo singular de arte público en España: Jameos del Agua, Mirador del Río, Jardín de Cactus, Timanfaya, etc. Son fundamentalmente intervenciones vinculadas a la industria turística, a las que Manrique imprime un funcionalismo económico y social inédito en la cultura artística española. Obras de este carácter las realizó también Manrique en otras islas y fuera del archipiélago canario, —miradores, jardines, acondicionamientos de espacios degradados, reformas del litoral…—, en las que mantiene sus rasgos característicos básicos: diálogo respetuoso con el medio natural y entre los valores arquitectónicos de la tradición local con concepciones modernas.