Martín y Sicilia / Cromaterra

MARTÍN Y SICILIA

15 DIC, 2023 - 27 ENE, 2024

Attrezzo… sólo puro attrezzo

(Una nota sobre la obra reciente de Martín y Sicilia)

“… creía o quería poder dar la vuelta a su figura,

y sólo se puede dar la vuelta a un cuerpo. Literalmente

se trataba de una mirada envolvente, táctil, abarcadora.

Haría falta poder pasar por detrás.”

 

Georges Didi-Huberman

La pintura encarnada.

Una de las obras de arte que personalmente creo mejor y más claramente definen el “espíritu post-moderno” es la pintura del californiano Mark Tansey, Triumph Over Maestry II, del año 1987. Una pieza la cual por cierto, acaba de subastarse en Sotheby´s y se vendió por 11,8 millones de dólares en una subasta nocturna de la prestigiosa Emily Fischer Landau Collection, cuya performance pudimos apreciar todos quienes seguimos a la casa de subasta en sus redes sociales en post de videos en línea, en directo. Y este performance de la experiencia virtual de aparente simultaneidad repetitiva, puede que sea uno de los mejores síntomas que exponen la naturaleza exhibicionista y especulativa de los tiempos en los que vivimos en la contemporaneidad que nos circunda.

 

Por ello he de decir, que cuando vi por primera vez la instalación Dele color al difunto del año 2013, del dúo de artistas tinerfeños Martín y Sicilia, en la Galería Artizar, sinceramente pensé que estaban homenajeando a Tansey. Hace una década, el dúo artístico integrado por José Arturo Martín y Javier Sicilia, daban un paso más allá de sus derivas de cómo desmembrar el ejercicio o la práctica del hecho pictórico, o sea el acto mismo de pintar, en planos; esta vez u otra vez en planos espaciales. Y digo “un paso más allá” porque ellos ya habían desplazado el objeto bidimensional del cuadro a instalaciones escultóricas en los que las figuras recortadas y pintadas se entrelazaban en planos que deconstruían la relación figura-fondo, unas veces encapsuladas en una espacialidad planimétrica y otras como meros objetos ambulantes en el espacio expositivo; pero esta vez, el espacio era el pintado y re-pintado en una especie de tachonismo automático, restaurador, donde desestabilizan las nociones sobre si mismos en un autogiro de pintores de brocha fina a pintores de brocha gorda, con el que sus figuras interactuaban, creando un relato redondo, perfectamente post-moderno, citatorio, burlesco, desenfadado pero culterano por su carisma referencial a la historia del arte, a las viejas maneras con las que la pintura se manifestaba como cosa, hecho y ahora lugar donde la realidad era y es, o está puesta en cuestión. No en balde este gesto de borrado, donde la practicidad del pintor de brocha gorda anula la maestría del pintor de brocha fina, fue el punto de partida de nuestro primer proyecto curatorial [un intervalo] -works in progress-, en el CEART en el verano del 2019. Una exposición donde como curador, o comisario de arte, como prefieren llamarle a mi oficio en España, planteábamos la pregunta de hacía dónde se dirigía su práctica artística después de superar la línea divisoria del Mid Carrier, tras una estupenda retrospectiva de tele novelesco título Perdona por las cosas que te dije en invierno, que itineró por varias salas del archipiélago, bajo la mirada curatorial de Fernando Gómez de la Cuesta, y ambos estaban terminando sus estudios de Doctorado en Bellas Artes, en la Universidad de La Laguna, donde años antes se licenciaron. 

 

En ese entonces, me percaté de que lo que consideraba un hallazgo, era una epistemología, una metódica habitual, en el trabajo de Martín y Sicilia, desde siempre. Poner a la pintura como centro de su atención crítico en diálogo con cómo percibimos las narrativas de su contemporaneidad. Unas veces, esa relación dialógica era un debate, otras una tertulia, otras una gritería a voces, y otras dos contrarios no antagónicos sentados frente a frente conversando cordialmente, otras mientras bailan, a través de muecas, signos corporales, miradas, simples gestos sordomudos. Ellos, desde siempre, establecen su trabajo desde lo que el discurso crítico denomina una línea de investigación ideo-estética en torno a las evoluciones del lenguaje pictórico. Esas preguntas de: ¿cómo pintar hoy? ¿por qué pintar ahora? ¿sobre qué pintar (en el sentido material y en el sentido temático conceptual)?, desde siempre han sido su núcleo fundacional.

 

Por ello me ha resultado “natural” -evolutivamente hablando- que su último proyecto en la galería Artizar, bajo el rótulo de Cromaterra, recoja el guante de algunos de los duelos que en su camino, de más de tres décadas, le han lanzado a la pintura.

 

En estas tres décadas, Martín y Sicilia, han trabajado en el desarrollo del lenguaje pictórico dentro del género del retrato y el autorretrato, en resonancia a cómo nos auto-representamos en determinados contextos (paisajes) y situaciones (relatos); contextos y situaciones que desde un inicio cuestionan estereotipos como la identidad de lo local en un mundo global, la construcción de la masculinidad, la autoría, y la autoridad por tanto; en este tiempo en el que vivimos sumergidos en un narcisismo exacerbado, “enfermizo” diría Byung-Chul Han, el autor de La expulsión de lo distinto o La desaparición de los rituales; ellos llevan años hablando de cómo ese disfraz, de cómo esta repetitiva pantomima, de alguna manera desvela nuestros secretos.

 

Solo que mientras en años anteriores gran parte de sus creaciones se vieron expandidas hacia lo escultórico instalativo, donde sus figuras se han ido separando de sus fondos, algunas de sus instalaciones de figuras recortadas cambian radicalmente no solo dependiendo del espacio expositivo, sino también del lugar donde se exhiban, en tanto: ciudad, país, cultura. No es lo mismo Johannesburgo que México City o La Habana que Palma de Mallorca. Pero ahora, tras el recogimiento que significó para la humanidad el trauma de una pandemia global, donde la virtualidad nos fue tan determinante, en este proceso de desprendimiento del contexto, donde el fondo metaforiza la dislocación del sujeto; el croma, nos resuelve cualquier carencia secuencial de cuánta narrativa se nos antoje. Por ello, de lo expansivo, se ha recluido a la espacialidad de uno de los territorios que mejor controlan, lo doméstico. O más que lo doméstico, su teatralización.

Poco hay más doméstico en el siglo XXI que una pantalla de televisor a la que se le conectan dispositivos de juegos, de reproducción o simplemente se enlaza a la red. Ellos que desde siempre se han burlado de la solemnidad de la autoría, han invitado al programador gráfico Diego B. Brito, colega exalumno de la facultad lagunera, a colaborar bajo sus indicaciones en una obra audiovisual que tiene dos opciones de visionado: 1 como videojuego interactivo, 2 como videoarte. Una obra que recrea estaciones de su obra pictórica anterior, convirtiéndolas en escenarios donde la ficción de dos avatares digitales -de ellos mismos- puede desplegarse. Incluso respondiendo a Didi-Huberman y a su necesidad de rodear por detrás, por la tramoya teatral el objeto o suceso pictórico.

Una obra embudo, que filtra, a través de ella misma, todo lo esbozado en el tríptico donde la pintura del croma verde, triunfa sobre la maestría de la vanguardia del siglo XX, en ese delicado guiño a Tansey, que sólo “algunos entendidos” verán o el solitario escarceo en blanco y negro que remite al filme Sherlock Jr., de Buster Keaton, donde la capacidad expresiva de sus recursos formales se amplían también hacia la tradición dibujística de la acuarela, igual de juguetona que estos cuadros donde la figura no posa, se mueve, se petrifica instantáneamente ante una mirada, donde todo se performatiza (esa actitud tan millenial); aún sabiendo que si no hay placer, el proceso no tiene sentido. Pero la placentera y gratificante libertad que a ellos le sigue ofreciendo el arte, incluso, únicamente como recuerdo lúdico, como registro-fetiche de una secuencia ritualizada que se repite, lo ratifica.  

A fin de cuentas, si esta desorbitada regeneración de ficciones visuales donde el sujeto se diluye sólo confirma que nuestra “vida es puro teatro”, y las figuras son susceptibles a ser manipuladas en sus fondos (cromas o no), todo lo demás es attrezzo… sólo puro attrezzo.

 

Omar-Pascual Castillo

TRAILER DE CROMATERRA

Videojuego del género walking simulator autoría de Martín y Sicilia, desarrollado por Diego B. Brito y con música de Pablo Sicilia.

PRENSA

BDC de RTVC

Destacado en el programa Buenos días Canarias de Televisión Canaria

SGF de RTVC

Destacado en el programa Somos Gente Fantástica de Televisión Canaria

Prensa escrita

EL Día

Artículo en el periódico El Día · 17 de diciembre de 2023

diario de avisos

Artículo en el periódico Diario de Avisos · 14 de diciembre de 2023

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