La abstracción como lenguaje dentro del arte nunca ha sido un elemento evasivo de la realidad. Sus formas están cargadas de significación. El Suprematismo demostró que el arte está más allá del estado, la política o la religión. El artista necesita llegar a ese sentimiento puro que despoja la obra de la anécdota. Para Mondrián el acto creativo en la comunidad primitiva era esencialmente abstracto, algo que se perdió con el desarrollo de la humanidad. La manera en que representamos está sujeta a un naturalismo que falsea la objetividad del mundo que habitamos. El arte abstracto puso en crisis la representación, un tema que llega a la sociedad y a las maneras en que se expresa el poder, a través de las convenciones que condiciona el estado – nación.
La galería Artizar quiere volver sobre uno de los episodios de más alcance dentro del arte cubano y le hace un homenaje a cinco de los artistas que fueron parte del movimiento de los Diez pintores concretos que se dan a conocer en Cuba en el año 1958 y que realizan su última exposición como grupo en el año 1961, nos referimos a Loló Soldevilla, José Angel Rosabal, Sandú Darié, Pedro de Oraá y Salvador Corratge. El nombre de la muestra alude al concepto aristotélico del telos como la búsqueda de un fin o la necesidad que tenemos de estar en armonía entre nosotros y con el ecosistema del que somos parte. En cada uno de estos creadores hubo un intento de redención desde los estético para llegar a lo ético, en un momento político convulso de muchas confrontaciones.
Hay que entender el período en que surgen estos artistas, por una parte la reacción de las fuerzas progresistas contra el golpe de estado del gobierno de Fulgencio Batista y por la otra el acelerado plan de modernización urbana y arquitectónica que acontece en esa época. Es en esta manifestación donde primero ocurren los cambios visuales y conceptuales del arte en la Isla. Así lo demuestran arquitectos del patio como lo fueron: Max Borges, Mario Romañach, Eugenio Batista, Antonio Quintana, Octavio Buigas o Ricardo Porro, y algunos de origen internacional, entre los se encuentran: Richard Nueutra, Roberto Burle Marx o Igor B. Polevitzky. Esta atmósfera creativa, hizo que se generaran influencias de todo tipo y que nuestros creadores reflexionaran sobre las enseñanzas de experiencias artísticas- pedagógicas que venía del Bauhaus y la Escuela de Diseño que funda Lazló Moholy Nagy en Chicago.
Algunos de los artistas que se dan a conocer dentro del arte concreto en el país, influenciaron otros lenguajes como la música. Lo demuestran las piezas de dos de los pioneros de la música electroacústica en Cuba, hablamos de Juan Blanco y Carlos Fariñas. En el caso de Fariñas crea una pieza fabulosas titulada Aguas Territoriales, inspirada en la serie de Luis Martínez Pedro que lleva este mismo nombre. Por su parte Sandú Darié se convierte en el iniciador del Arte op y el Arte cinético en Cuba. En su caso cabría señalar aquella frase de Sol Lewit cuando decía que la idea tenía que convertirse en una máquina de producir arte. Sandú estudiaba cada una de sus obras con una precisión que lo acercaba a una investigación científica. Su archivo es una verdadera joya, lleno de maquetas, documentos, textos y apuntes de todo lo que circundaba su cabeza.
Sandú Darié fue el iniciador del video–arte en la Isla. Cosmograma, es una pieza que puede tener como antecedente el Ballet mécanique de Fernand Léger y el Anémic cinéma de Marcel Duchamp. Darié necesitaba sentir la danza del movimiento y la corporalidad de los artefactos envueltos en los contrastes que se producen entre las luces y las sombras. Estamos seguros que si Sandú hubiera entrado en contacto con las nuevas tecnologías, sería hoy uno de los grandes maestros de la animación en 3d. Sus construcciones trascienden el medio, hacen que sus creaciones intentaran encontrar esa cuarta dimensión del arte que obsesionó a esos dos grandes artistas que fueron: Naum Gabo y Antoine Pevsner. El Manifiesto realista de los artistas de origen ruso abogó por la cuarta dimensión del arte. Sandú Darié sigue el camino de estos creadores, lo confirma la Estructura transformable 1960 y el Collage sobre papel, 1950 que aparece en esta muestra.
Expandidos, 2013 de Pedro Oraá corresponde a una de las últimas piezas que hizo el maestro antes de su muerte. Estos acrílicos sobre lienzo fueron una inspiración en la última etapa de su vida, luego mutaron en maquetas. Ellos llevan en sí el espíritu de los Proud de los constructivistas rusos. Se crea una arquitectura a través del discurso pictórico, donde la función es desplazada por las emociones que vivenciamos en el instante de la contemplación. El ensamble de lo que observamos se arma en nuestras mentes.
A Loló Sodevilla hay que mirarla hoy con otros ojos, es de las pocas mujeres que aparece en las salas del Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba, a pesar del esfuerzo del equipo de curadores de esta institución por restituir la presencia femenina en la historia del arte cubano. El surgimiento y la consolidación de las vanguardias, solo tuvo a Amelia Peláez, en la nómina de Los Once no figuró ninguna fémina. La labor de Loló la hizo ser una de las animadores más activas de los Diez pintores concretos. Fue una promotora entusiasta y trató de conectar lo que se hacía en su país con la producción simbólica a nivel internacional. En esta exhibición participa con unas temperas sobre cartón de 1955 y 1956, preámbulo de lo que haría después en su maduración como artista. Son trabajos que tienen la emotividad de los artilugios espaciales que creaba Joan Miró, pero que buscan la materialidad de la composición. La geometría y el color se domestican en las piezas de Loló, son como actores que participan en la puesta en escena de un drama.
José Angel Rosabal aparece con Unrtitled 2022, Untitled 2017, Untitled 2014 y Fuente de Luz- Blanco y Negro 2015, sabe trabajar la dimensión espacial del color con la misma maestría con que lo hicieron Barnett Newman y Ellsworth Kelly. Sin embargo pienso que es de los pocos artistas de la abstracción latinoamericana que logra un lenguaje propio. En sus piezas el pigmento no se queda en el gesto dócil de aceptar la bidimensionalidad. Corta los planos, los hace saltar de modo aleatorio, suspende las estructuras en una gravedad que sólo es patrimonio de la imaginación del artista. Fuente de Luz – Blanco y Negro pudiera parecer el resultado del uso de fractales de una geometría no euclidiana. Se acerca a esos constructos arquitectónicos que han motivado los edificios de Frank Ghery. Rosabal es el único sobreviviente de los Diez pintores concretos, su obra no envejece, sigue siendo una lección de futuro.
Por último se debe destacar dos piezas de Salvador Corratge que ilustran el decursar de este artista a través del arte. Su obra tiene una deuda indiscutible con los métodos que les gustaba usar a Matisse y a y Jean Arp. Los planos de color son recortados de forma azarosa para lograr cierta desmaterialización de la imagen. La composición se hace líquida desde una sensualidad que se logra entrever a través del trazo. Corratge es dado a jugar con un concepto de pintura orgánica, en que los modos de hacer se autogeneran para lograr su acomodo en la superficie pictórica.
Cada una de las obras que aparecen en esta exposición son una herramienta para conformar los símbolos de una Isla. Es la dimensión telúrica de una cultura convertida en arte, luz y color que trascendió las contingencias históricas. A estos artistas no los detuvo las conmociones de la época batistiana, ni claudicaron ante las incomprensiones que generaron sus obras en la era post revolucionaria. Ellos nos conminan a repasar el tiempo para hacernos pensar en el arte que está por venir. Estos maestros han podido trascender, son una lección de sabiduría y espiritualidad.
Jorge Antonio Fernández Torres
Crítico de Arte y Curador
Director del Museo Nacional de BBAA de La Habana
Destacado en el programa Buenos Días Canarias de Televisión Canaria
Destacado en el programa Somos Gente Fantástica de Televisión Canaria
Prensa escrita
Artículo en el periódico El Día · 20 de febrero de 2023